En la esquina de las calles Maple y Nashua en Manchester, hay una casa de dos pisos con un gran árbol afuera de la puerta principal. Durante casi 40 años, esta estructura fue la sede del Centro Latino, un lugar donde las mujeres compartían recetas e historias y donde se resolvían asuntos más graves, como problemas de inquilinos o de violencia doméstica.
Esa es la visión que tuvo su fundadora, Eileen Phinney, cuando abrió el centro por primera vez en 1971.
La primera ola de Latinos que llegó a New Hampshire provino de Uruguay en la década de 1960. Una fábrica textil trajo gente de pequeñas comunidades y muchos recién llegados no hablaban inglés.
Phinney, quien también era uruguaya y había construido una vida exitosa en Manchester, quería brindarles un lugar donde se sintieran cerca de su país y, al mismo tiempo, conectarlos con la comunidad en general.
El centro estaba lleno de vida y cultura, dice Eva Castillo, una de las primeras empleadas del Latin American Center.
Castillo recuerda ayudar a los hispanohablantes con la interpretación cuando necesitaban atención médica o acompañarlos a presentar un reclamo sobre prácticas laborales injustas.
“Y muchos venían solo para tener alguien con quien hablar”, dijo Castillo.
Después de la muerte de Phinney en 2009, mantener el centro financiado se volvió cada vez más difícil. Poco a poco, el sueño de darles un lugar seguro a los Latinos se desvaneció, especialmente, cuando el centro pasó a manos de otra organización. El enfoque cambió de solo servir a los Latinos a servir a todos los refugiados. Finalmente, el centro dejó de funcionar.
“Fue devastador. La gente no sabía a dónde ir”, dice Castillo.
Desde entonces, Castillo y otros defensores han luchado por recaudar fondos para restablecer el centro. Dicen que ha sido difícil encontrar subvenciones para apoyar un centro exclusivamente para Latinos.
Algunas comunidades tienen un lugar de reunión, como Indonesian Community Connect Inc. en la costa. Pero, los Latinos, a pesar de ser la minoría más grande del estado, no tienen un lugar para reconectarse con su cultura ni un hogar que los represente; esto los deja sin un lugar a donde ir cuando necesitan ayuda o simplemente un lugar para sentirse acompañados. .
Cristina sintió agudamente esa necesidad cuando llegó a New Hampshire en 2014, despues de que un cártel en México secuestró a su esposo. (No estamos usando su nombre real para proteger su identidad).
Aunque primero sintió una sensación de alivio y seguridad, reconstruir una nueva vida solos en un nuevo país fue desafiante y confuso.
“Para mí, era algo frustrante el no entender”, dice Cristina.
Dice que un centro latino le habría brindado el apoyo práctico que necesitaba y una comunidad de personas con quienes compartir.
A menudo, apoyar a los recién llegados recae informalmente en personas como Ángela Mercado, una activista experimentada en Nashua que ayuda a la comunidad Latina, compartiendo su número de teléfono con quienes necesitan ayuda.
Mercado ha abierto su propio pequeño Centro Latino en Nashua. Sin embargo, ella piensa que es un pequeño remedio y quiere colaborar como sea posible con otras personas que trabajen con el mismo objetivo de abrir un centro cultural más grande, con un personal más completo.
En su ausencia, Mercado y Castillo se preocupan por las "agencias multiservicios", negocios que generalmente operan en tiendas y ofrecen traducción y asesoría legal sin experiencia. Las dos mujeres dicen estos servicios fijan precios que se aprovechan de las personas.
“A los Latinos se les engaña para que paguen más de lo necesario”, dijo Mercado.
Desconfiada de esos negocios, Mercado está tratando de brindar servicios similares a través de un pequeño programa en su Iglesia Pentecostal en Nashua.
Mientras da un recorrido por el salón de clases y la despensa, dice que este centro no estará vinculado a la fe religiosa.
Para Castillo, eso es importante para un futuro centro latino porque cree que las personas de todos los orígenes deben sentirse seguras y animadas a asistir. Ella es reacia a asociarse con una iglesia después de que nació un pequeño centro latino en la parroquia de Saint Anne-San Agustin en Manchester en 2019. Castillo dice que, recientemente, se ha convertido en un servicio pastoral, lo que limita el tipo de apoyo social y programación que puede ocurrir.
En el centro de Mercado, eventualmente ella espera pagar a quienes se ofrecen como voluntarios y desarrollar más su lista de programas.
Aunque saben que hay muchos desafíos, Mercado y Castillo siguen trabajando para lograr su objetivo porque, dicen, la forma de construir una comunidad Latina más unida es formando conexiones.