José Ponte es un peruano de 54 años que vivió en Venezuela durante las últimas tres décadas. Obtuvo la ciudadanía venezolana y formó una familia allí, pero indica que la inestabilidad política y económica le hizo querer mudarse a los Estados Unidos.
Al no poder costear una visa estadounidense, dijo que arriesgó su vida tres veces al intentar cruzar el Tapón del Darién, que conecta a América del Sur con América Central, para llegar a los Estados Unidos.
Finalmente, se le permitió la entrada al país.
“En ese viaje, cada cual se las arregla por sí mismo. Es como ver una película traumática porque te topas con cuerpos en descomposición”, dijo Ponte. “Durante el viaje, mis zapatos se rompieron. Tuve que ponerme un zapato que vi tirado”.
La historia de Ponte es similar a la de miles de personas que han emigrado recientemente a los Estados Unidos. Este verano ha estado marcado por un aumento en la cifra de inmigrantes, especialmente en las ciudades vecinas de Nueva York y Massachusetts, donde los refugios en ocasiones no podían gestionar la afluencia de personas.
A principios de agosto, funcionarios de la ciudad de Nueva York dijeron que casi 100,000 inmigrantes habían llegado a la ciudad desde el año pasado. El alcalde Eric Adams comentó que eso le costó a la ciudad alrededor de $12 mil millones. Mientras tanto, en Massachusetts, la gobernadora Maura Healey declaró un estado de emergencia por la llegada de un creciente número de inmigrantes.
¿Está Connecticut experimentando el mismo aumento en la inmigración?
Si bien ha habido un aumento en el número de inmigrantes que se han mudado, varias organizaciones del estado centradas en la defensa de los inmigrantes dicen que todavía no llegan suficientes personas como para constituir lo que se denomina una “ola”. Al menos todavía no.
La mayoría de los inmigrantes entran por el área de Stamford, ya sea solos o acompañados de familiares o amigos, dijo Anka Badurina, directora ejecutiva de Building One Community en Stamford. Pero sin documentación para trabajar, la autosuficiencia es un desafío para estos inmigrantes, dijo Badurina.
“Todavía no hemos visto autobuses en Stamford o Connecticut. Pero lo que sí vemos es el efecto de las personas que viajan en autobús a Nueva York”, dijo Badurina. “Los otros potencialmente han ido al área tri-estatal, y el condado de Fairfield es uno de esos lugares”.
Mientras tanto, Susan Schnitzer, presidenta y directora ejecutiva del Instituto de Connecticut para Refugiados e Inmigrantes (CIRI, por sus siglas en inglés), aún no ha visto un aumento de inmigrantes reubicados en Connecticut. No obstante, Schnitzer dijo que su organización ha visto un aumento de inmigrantes que solicitan asilo.
“No sabemos si vienen específicamente de [Nueva York] o no”, dijo Schnitzer. “No tengo las cifras específicas, pero lo que puedo decirles es que estamos viendo que mucha más gente viene y solicita ayuda”.
Tanto CIRI como Building One Community dijeron que están trabajando con el estado de Connecticut para desarrollar un plan de acción en caso de que una ola de inmigrantes reubicados llegue al estado. Y coincidieron en que se necesitan fondos federales para que cualquier plan funcione.
Brenda Bergeron, comisionada adjunta del Departamento de Servicios de Emergencia y Protección Pública de Connecticut, se ha estado reuniendo con organizaciones de defensa de inmigrantes, agencias estatales y municipios para garantizar la implementación de un plan.
“Lo que estamos escuchando no son los autobuses llenos llegando”, comentó Bergeron. “Sino individuos y familias particulares que puede que hayan llegado a las organizaciones de refugiados en busca de ayuda”.
“Lo que necesitan es lo mismo que la mayoría de los inmigrantes que llegan a un lugar extranjero”, dijo Badurina. “Necesitan aprender un nuevo idioma, necesitan encontrar trabajo, y esto es su prioridad”.
Mientras tanto, José Ponte sigue trabajando como jornalero en Stamford y realizando cualquier trabajo que pueda encontrar, desde paisajismo hasta trabajos de construcción, para poder ganar lo suficiente para sobrevivir. Ponte actualmente está esperando solicitar asilo con su ciudadanía venezolana, pero se encuentra entre los miles de inmigrantes que han llegado a Connecticut en busca de una mejor vida.
“Siempre he sido una persona trabajadora. No quiero generar gastos para este país”, afirmó Ponte. “Quiero ser productivo y legal, para pagar impuestos, como cualquier otra persona”.