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Un inmigrante reflexiona sobre su interminable travesía a un año de desabordar un avión en Martha’s Vineyard

Carlos Luzardo sits on the front steps of his home in the Boston suburbs to drink freshly-prepared coffee, on Tuesday, Sept. 12, 2023. Luzardo is one of the 49 migrants that were flown to Martha’s Vineyard in 2022.
Raquel C. Zaldívar
/
New England News Collaborative
Carlos Luzardo sentado frente su hogar en los suburbios de Boston, el martes, 12 de septiembre de 2023. Luzardo fue uno de los 49 inmigrantes que llegaron por avión a la isla de Martha’s Vineyard en el 2022.

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Hace un año, 49 inmigrantes llegaron inesperadamente a Martha’s Vineyard, una comunidad isleña adinerada cerca de la costa de Massachusetts. Los defensores de las personas inmigrantes etiquetaron el acto como un ardid político que, sin embargo, creó una inesperada ventaja legal que algunos de los inmigrantes podrían usar para quedarse en los Estados Unidos.

Entre ellos se encuentra Carlos Luzardo, quien trabajó siete años como barbero después de mudarse de Venezuela, su país natal, a Colombia. Tras vivir en una crisis política y luego un hundimiento económico, decidió vender su negocio y mudarse a los EE. UU.

“Fue una decisión un poco fuerte”, mencionó a principios de este mes.

En el último año, el fornido y sociable joven de 25 años ha construido, poco a poco, una nueva base de clientes desde la cocina de su apartamento en los suburbios de Boston. Para generar aún más dinero, trabaja en un salón de belleza donde lava cabello, hace depilación de cejas y simplemente habla con la clientela. “Duro una hora con ellas, arreglándolas. Y ya me agarran cariño. Sin conocerme”, agregó sonriendo.

Luzardo recientemente compró una maquinilla y tijeras para recortar cabello. Actualmente trabaja en un salón de belleza, con sueños de pronto ejercer como barbero y tener sus propios clientes.
Raquel C. Zaldívar
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New England News Collaborative
Luzardo recientemente compró una maquinilla y tijeras para recortar cabello. Actualmente trabaja en un salón de belleza, con sueños de pronto ejercer como barbero y tener sus propios clientes.

Luzardo gana aproximadamente $600 al mes. Es todo por debajo de la mesa a lo que llegan sus documentos de autorización de empleo. Sin embargo, pudo comprar maquinillas y buenas tijeras, mientras también ayuda en el sustento de su mamá y su novia que siguen en América del Sur.

“[He podido] ayudar un poquito a mi familia”, dijo, “no [tanto] como quiero, pero los he ayudado”.

Los inmigrantes, muchos originalmente de Venezuela, declararon que fueron engañados para abordar los aviones en Texas con destino a Martha’s Vineyard, bajo una premisa falsa de la disponibilidad acelerada de los documentos de trabajo y de vivienda. El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, se atribuyó el crédito por lo que él mismo llamó una reubicación “voluntaria”. Muchos de los inmigrantes, al igual que Luzardo, describen lo que pasó en palabras completamente diferentes.

La llegada a Martha’s Vineyard

Cuando los inmigrantes desabordaron los dos aviones que los llevaron a Martha’s Vineyard, Luzardo comentó que, casi de manera inmediata, los dejaron solos merodeando.

Sin embargo, al darse cuenta que estas personas necesitaban ayuda, los isleños pusieron sus manos a la obra.

Los líderes de la iglesia episcopal St. Andrew’s en Edgartown ofrecieron dos edificios como refugio, uno para hombres y otro para mujeres y niños. Los estudiantes de secundaria que estaban tomando clases avanzadas de español ayudaron como intérpretes. Les proporcionaron camas, comida, juguetes y mucho más: luego tuvieron acceso a dentistas, abogados y hasta recibieron balones de fútbol.

En medio de un frenesí de los medios de comunicación, muchos de los inmigrantes comenzaron a relatar sus historias a voluntarios y reporteros. Contaron que les habían dicho que los llevarían a Boston o a Nueva York, entre otros destinos, en donde había gente preparada para recibirlos. Cuando se dieron cuenta que no era la realidad del asunto, sintieron que les habían mentido, engañado y que los habían usado.

“Al principio [pensé que] tiene que ser algo del gobierno. Pero fue algo negativo”, detalló Luzardo. “Entonces...yo me quedé tranquilo porque como iban las cosas bien [y] nos trataron bien”.

Muchos inmigrantes, aún procesando sus emociones, voluntariamente dejaron la isla y fueron transportados a los dormitorios del Joint Base Cape Cod, donde los oficiales de Massachusetts concluyeron que habría más infraestructura para hospedarlos.

Carlos Luzardo holds a keepsake rock from Martha’s Vineyard.
Raquel C. Zaldívar/New England News Collaborative
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New England News Collaborative
Un año después de llegar a la isla, Carlos Luzardo guarda una piedra de Martha’s Vineyard como recordatorio en su hogar en los suburbios de Boston.

Casi de inmediato, críticos acusaron a los republicanos que participaron en el traslado aéreo de violar las leyes de contrabando humano. Agentes del orden público en Texas, Massachusetts, entre otros, tomaron nota de la situación

Situación legal de los inmigrantes

“Hay por lo menos tres investigaciones abiertas sobre esta lamentable situación [de los inmigrantes]”, explicó Muzaffar Chishti del Instituto de Política Migratoria en Washington, D.C.

Indicó que millones de venezolanos que huyen de su país han presentado solicitud de asilo en los EE.UU. La gran ironía es que los inmigrantes que fueron trasladados a Martha’s Vineyard no solo pueden solicitar asilo, sino también una visa especial llamada Visa U, que podría garantizarles la residencia permanente.

Las Visas U, también conocidas como estatus No Inmigrante U, son reservadas para víctimas de ciertos crímenes que ayudan a los agentes del orden público en sus investigaciones.

“El alguacil de Texas está investigando si estas personas fueron traídas criminalmente a los Estados Unidos”, notó Chishti. “Esto es suficiente para fundamentar una Visa U”.

La abogada de Luzardo, Stephanie Marzouk, anunció que busca acción legal bajo ese argumento.

“[Los inmigrantes] creían que iban a un lugar, pero fueron enviados a otro completamente distinto, un ardid político”, dijo Marzouk. “Cometieron un crimen contra ellos. Y existen visas para víctimas de ciertos crímenes en los EE. UU. y para los que ayudan en el proceso judicial de dichos crímenes”.

Por su parte, Marzouk y Chishti indicaron que el beneficio que tiene Luzardo es que no importa si las investigaciones resultan o no en alguna condena. El hecho de que hubo una investigación es suficiente para recibir la Visa U.

Al final, ambas partes acordaron que los hombres, mujeres y niños que llegaron en avión a Martha’s Vineyard tienen argumentos más sólidos que la mayoría de los inmigrantes en los Estados Unidos.

Chishti añadió que los inmigrantes de Martha’s Vineyard presentarán sus solicitudes en Massachusetts y no en Texas, donde cruzaron la frontera y donde las solicitudes son muchas.

“[Esta es] una jurisdicción bastante pro-inmigrante, donde hay mucho apoyo legal y político”, dijo Chishti.

La larga travesía de Luzardo

Luzardo contó que salió de Colombia el 16 de julio del 2022 para irse a los Estados Unidos, y se lanzó en un viaje espeluznante lleno de violencia y caos, que lo dejó prácticamente sin nada su nombre.

“Todo lo llevaba aquí en el pensamiento. [Solo pensaba] en salir, salir de la selva, salir de aquí”, añadió.

En la primera parte de la travesía, Luzardo dijo que cruzó el Darién, una selva peligrosa entre la frontera de Colombia y Panamá. Se lesionó gravemente la rodilla, pero aún así continuó.

En el transcurso de los próximos meses, recorrió ocho países, contó Luzardo. Le robaron y le mintieron, y apenas evadió culebras venenosas, secuestros, y en varias ocasiones, la muerte. Compartió que vio mujeres ser abusadas y un hombre apuñalado a muerte.

Carlos Luzardo parado en la entrada de su apartamento el 12 de septiembre de 2023. Luzardo fue uno de los 49 inmigrantes que llegaron por avión a la isla de Martha’s Vineyard en el 2022.
Raquel C. Zaldívar
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Carlos Luzardo parado en la entrada de su apartamento el 12 de septiembre de 2023. Luzardo fue uno de los 49 inmigrantes que llegaron por avión a la isla de Martha’s Vineyard en el 2022.

Al fin, cruzó la frontera estadounidenses en Texas sin un centavo a su nombre. Solo traía tres cosas: su teléfono móvil, el cargador y la billetera con su tarjeta de identificación. Poco después lo llevaron a un refugio en San Antonio, donde otro inmigrante se le acercó con grandes esperanzas.

“Ahí fue donde me hice un amigo, que [me dijo] que por ahí [hay] una señora [...] que nos ayuda para llegar a un santuario".

Luzardo explicó que la mujer llamada Perla, le ofreció pizza y unas noches en un hotel antes de darle un papel a firmar. (Luego se pudo identificar a la mujer como Perla Huerta, ex-médica del ejercito de EE. UU., cuyo nombre se mencionó en la demanda federal colectiva presentada en Massachusetts en nombre de los inmigrantes. Dicha demanda también le reclama a DeSantis por los daños incurridos. El caso está pendiente.)

“Nos sacaron unos documentos. Nos dijeron, firmen estos papeles como dando una autorización de que ustedes están aceptando esto”.

Sin embargo, Luzardo explicó que no entendía bien qué había firmado. El día siguiente, Perla le dijo que se preparara para ir al aeropuerto.

Los defensores de los inmigrantes comentan que es muy difícil comprender cómo una persona aborda un avión por su propria voluntad y con tan poca información, sin primero entender la desesperación que siente esa persona. Pensaba que debía aceptar cualquier ayuda que le ofrecieran porque esa era la única manera en que había podido sobrevivir hasta ese punto, explicó Luzardo.

Los aviones y autobuses llenos de inmigrantes no se detienen

Desde el año pasado, tanto DeSantis como Greg Abbott, gobernador de Texas, le han ofrecido a los inmigrantes transporte gratuito desde las ciudades fronterizas a Nueva York, Chicago, Filadelfia, Los Ángeles y otras ciudades lejos de la frontera sureña. Todos los destinos son zonas de políticos demócratas.

Hasta hace poco, el gobierno federal estaba a cargo de las grandes decisiones relacionadas con los inmigrantes en esta nación, notó Chishti. Pero hoy las cosas son diferentes.

“Es estado contra estado. No es el gobierno federal contra el gobierno estatal. Es un capítulo totalmente nuevo”, explicó. “Y los historiadores del federalismo lo estudiarán por un largo tiempo”. Chishti también comentó que los gobernadores involucrados en el envío de inmigrantes son posibles o actuales candidatos a la presidencia.

“No se le escapa a nadie que hagan esto un año antes de las elecciones generales”, dijo Chishti. “Reitero, es un subcapítulo que no hemos visto antes”.

Luzardo tiene su mirada en el futuro

Tomará un largo tiempo en saber si Luzardo obtendrá su Visa U o asilo. Ha solicitado para ambos.

Mientras tanto, hace lo que puede para mantenerse ocupado. Se levanta temprano para tomarse su café colombiano, toma tres autobuses para llegar al trabajo, mientras charla con el conductor que también habla español. Le trae desayuno a sus colegas, quienes disfrutan del pan con jamón y queso.

“Siempre les compro comida a todos”, dijo Luzardo.

Carlos Luzardo se prepara un café en su hogar ubicado los suburbios de Boston.
Raquel C. Zaldívar
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New England News Collaborative
Carlos Luzardo se prepara un café en su hogar ubicado los suburbios de Boston.

Usa las tardes para mejorar a nivel personal: los martes y miércoles toma clases de inglés y los jueves asiste a terapia.

Y por fin, luego de jugar videojuegos y llamar a sus seres queridos, se acuesta a las 9 p.m., cansado de largos días de aclimatación.

Todo esto, incluso su apartamento, ha sido posible gracias a los fondos y servicios de la Jewish Family Service de Metrowest, una organización sin ánimos de lucro en Framingham, Massachusetts. La organización se involucró poco después que los inmigrantes llegaran a Joint Base Cape Cod. Esta ha proporcionado los mismo beneficios a cuatro inmigrantes más, entre ellos el compañero de habitación de Luzardo y tres de sus vecinos.

El equipo de la organización, entre ellos, Lucia Panichella, ha llegado a conocer bien al grupo de inmigrantes durante el último año.

Carlos Luzardo prepares coffee in his home in a Boston suburb. After it's ready, he brings it to his next door neighbor, who'd brought him food earlier.
Raquel C. Zaldívar
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En su hogar, Carlos Luzardo cuela su café recién hecho para compartirlo con su vecino.

“Cometí el error de pensar: ‘Ya ha pasado tiempo desde que le dijeron que todo [lo prometido] no era verdad’”, explicó Panichella. “Pero creo que comoquiera fue bien difícil para ellos entender a cabalidad lo que les había sucedido. ¿Qué fue cierto? ¿Qué no fue cierto? ¿Podrían ellos confiar en lo que yo les digo?”

Poco a poco, las cosas han cambiado.

“Desde que estoy aquí,” afirmó Luzardo, “he podido resolver muchas cosas [...] que yo veía imposibles. No son cosas extraordinarias. Pero sí, yo siento que he avanzado un poquito”.

Debemos recordar que no todos los 49 inmigrantes que trasladaron a Martha’s Vineyard han recibido tanto apoyo y atención como Luzardo. Muchos están todavía en Massachusetts y se comunican a través de un grupo en WhatsApp.

Luzardo añadió que, aunque está muy agradecido por su pequeña comunidad, todavía tiene emociones muy complicadas.

Hoy en día le está claro de que, si bien ha recibido una gran ayuda a pesar de todas las promesas, no fue gracias a todas esas personas que le prometieron la ayuda.

Mientras mira su apartamento y contempla la estabilidad relativa de la que ahora disfruta, piensa en todo lo que ha pasado en su vida para llegar a donde está hoy.

“Pero yo digo, que son cosas de Dios también. Porque yo ayudé a mucha gente en hacer lo bueno", dijo Luzardo. "A veces cuando uno hace cosas buenas, uno recibe cosas buenas. Es como una fe de hacer el bien para recibir el bien".

Todavía se le hace difícil confiar en las personas y se siente muy solo.

“No creo que estoy aquí en Estados Unidos. O sea, yo me levanto [y me pregunto]: ‘¿En serio estoy aquí?’,” dijo. “No me quejo de mis comodidades, de lo de aquí. Pero la familia [la extraño]”.

Marzouk, la abogada de Luzardo, comentó que espera que se le apruebe su permiso de trabajo en los próximos meses. Mientras tanto, Luzardo continuará cortando el cabello de sus clientes en la mesa de su nueva cocina.

Eve Zuckoff covers the environment and human impacts of climate change for CAI.

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