En el último año, ha habido 14 intentos de restringir el acceso a más de 100 libros en Connecticut; 14 libros más que el año pasado.
Esta semana, personas de todo Connecticut y el país celebran la Semana de los Libros Prohibidos, la cual destaca el valor del acceso abierto a la información. Ésta comenzó en 1982 como respuesta a una oleada de desafíos a los libros en bibliotecas, escuelas y librerías de todo el país.
La vicegobernadora, Susan Bysiewicz, se reunió el martes con bibliotecarios y miembros del caucus legislativo LGBTQ+ en la biblioteca New Haven Free Public Library para celebrar los libros que han sido prohibidos en todo el país.
Bysiewicz expresó que no se ha prohibido ningún libro en Connecticut en los últimos cinco años, pero también añadió que posiblemente hubo más intentos que no fueron informados.
"Hemos visto esta tendencia creciente de desafiantes que buscan limitar nuestra libertad de lectura", dijo Bysiewicz. “En 2022, la Asociación Estadounidense de Bibliotecas notó el mayor número de intentos de prohibición de libros desde que comenzaron a recopilar datos hace más de 20 años”.
Bysiewicz indicó que la mayoría de las prohibiciones las inician padres y grupos con afiliaciones religiosas y políticas. La mayoría de los libros desafiados incluyen temas LGBTQ+ o a personas de color como protagonistas, comentó.
Maria Bernhey, directora de la New Haven Free Public Library, dice que los libros están hechos para presentar todos los puntos de vista. Indicó que la censura y la prohibición de libros deberían percibirse como una amenaza a la democracia.
“Cuando se pide a las bibliotecas que censuren libros, el mensaje que transmitimos es que tu punto de vista no importa, o que deberías avergonzarte. Y eso es totalmente opuesto al objetivo de una biblioteca pública”, dijo Bernhey.
A principios de este año, dos miembros republicanos de la Junta de Educación de Newtown renunciaron un día antes de una votación sobre si debían o no prohibir dos libros en la biblioteca de la escuela secundaria.
Los libros en cuestión, “Flamer” de Mike Curato y “Blankets” de Craig Thompson, abordan temas de identidad de género y sexualidad. Aquellos que querían que se eliminaran los libros dijeron que las novelas eran demasiado gráficas.
Sin embargo, algunos miembros de la Junta de Educación argumentaron que los libros no cumplían con los criterios legales para ser clasificados como obscenos: simplemente hablaban abiertamente sobre cuestiones LGBTQ+. Finalmente, el libro no fue prohibido en la biblioteca de la escuela secundaria.
Bysiewicz mencionó que después de años de estar en la biblioteca de la escuela, solo se había tomado prestado una sola vez.
Dawn LaValle, directora de la biblioteca estatal de Connecticut, dijo que fue un libro el que le abrió los ojos a las luchas individuales por las que pueden estar pasando algunas personas. Quiere asegurarse de que todos los futuros lectores tengan el mismo acceso que ella tuvo para que puedan fomentar su amor por la lectura.
“Nuestro objetivo como bibliotecarios es abrir las puertas para dar acceso a todos y darles la oportunidad de tomar decisiones por sí mismos”, indicó LaValle. “Se trata de accesibilidad. Se trata de equidad. Nuestro rol no es decidir lo que lees, sino darte la oportunidad para escoger. De esto trata la libertad de elección.”
En un esfuerzo por alentar a más patrocinadores a leer libros prohibidos, Bysiewicz sacó prestado “Guru” de RuPaul, un libro para niños sobre la drag queen, para el que se presentó una propuesta de prohibición en Colchester, así como “Flamer” de Curato, cuya prohibición también estaba bajo consideración en Newtown.
“Quiero ver a qué se debe todo el alboroto”, exclamó.