Quienes usan medios sociales y dispositivos digitales aseguran que estos son vitales para mantenerse conectados, pero investigaciones sugieren posibles efectos adversos, en especial para los usuarios jóvenes. En Connecticut, los líderes comunitarios, proveedores de salud y políticos están intentando hacer frente a este problema.
En 2016, Johanna Rincon, directora ejecutiva de Girls on the Run, lanzó una campaña para fomentar la seguridad de niñas adolescentes y preadolescentes y lograr que participen en actividades fuera del internet. Su programa extracurricular, creado para niñas de tercer a octavo grado, se centra en el proceso de entrenarlas para correr una carrera de 5 km.
Rincon, cuya iniciativa tiene presencia en varias ciudades, mencionó que ha observado una mayor incidencia de problemas de salud mental entre las niñas y destacó su uso constante de redes sociales y dispositivos electrónicos. Rincon dijo que, pese a estos retos, su organización ofrece programas de salud física y mental.
“Creo que es estupendo que, por 90 minutos [a] dos horas, sepamos que estas niñas tienen algo que las estimula, que las educa, en lugar de hacerlas sentirse inseguras”, expresó.
Según Rincon, una tercera parte de las participantes en Girls on the Run se identifican como personas de color y el 45% recibe becas. Un estudio reciente de Pew Research Center determinó que hay una varianza significativa en el uso de los medios de pantalla entre la Generación Z y los usuarios de redes sociales de distintas etnias. Entre los hallazgos se destaca que el 87% de los adolescentes de raza negra utilizan TikTok, situándose por delante de los adolescentes hispanos, con un 71%, y los adolescentes de raza blanca, con un 62%.
Por su parte, las jóvenes adolescentes, independientemente de su grupo étnico, son más propensas que los varones a admitir que utilizan TikTok, Instagram y Snapchat, lo que las hace más vulnerables al contenido publicado en esas plataformas.
“Las redes sociales y los dispositivos electrónicos están diseñados para crear adicción”, afirmó la Dra. Melissa Otero, psicóloga clínica en Greenwich, Connecticut, cuyas especialidades son la ansiedad, problemas de la infancia y la adolescencia y la crianza.
En un mundo donde los dispositivos digitales se han vuelto parte integral de la vida cotidiana, la doctora recalcó el impacto que tienen las redes sociales en la autoestima de los niños. Según Otero, la naturaleza adictiva de las redes sociales se debe a que los comentarios positivos generan respuestas dopaminérgicas, creando vías de recompensa que pueden afectar la salud mental.
“Cuando navegamos las redes sin parar, entre fotos, titulares y lucecitas también aparecen anuncios y notificaciones que compiten constantemente por tu atención”, la doctora explicó. “En realidad, esto contrae las áreas del cerebro relacionadas con mantener la concentración.”
La Dra. Otero señaló que el uso constante de las redes sociales altera la estructura y el funcionamiento de un cerebro en desarrollo. Añadió que este efecto repercute en la capacidad de atención, los procesos de la memoria y las respuestas socioemocionales, todos ellos factores interrelacionados por medio de la neuroplasticidad.
“Las empresas que fabrican estos dispositivos y diseñan estas plataformas nos quieren en línea tanto tiempo como sea posible”, Otero comentó.
Es por esto que, cuando los padres intentan limitar el tiempo de sus hijos frente a la pantalla, ella ha observado que “en muchos casos, se siente como una carrera cuesta arriba”.
¿Quién puede ayudar a los adolescentes y niños a reducir sus riesgos en línea?
Durante una sesión de mesa redonda celebrada esta semana con escuelas de West Hartford, el senador estadounidense Richard Blumenthal, de Connecticut, exhortó a que se apruebe la Ley de Seguridad Infantil en Línea. Los estudiantes compartieron su preocupación por los efectos a largo plazo del uso de las redes sociales, desde apenas los 11 años de edad. Algunos estudiantes manifestaron sus inquietudes por el impacto en la apariencia física, la presión de grupo, el acoso escolar y los trastornos alimentarios.
La seguridad en línea es un tema que interesa a muchos padres latinos. Un estudio de 2020 realizado por Pew Research Center muestra que los padres hispanos tienden, más que los padres blancos, a considerar que el gobierno y las compañías tecnológicas deberían esforzarse más por proteger a los niños en el internet.
El superintendente de Escuelas Públicas de West Hartford, Paul Vicinus, mencionó que los padres están preocupados porque los niños están usando redes sociales y dispositivos digitales desde la escuela elemental.
“Hemos conversado con las familias sobre esto. Ofrecemos talleres a partir del quinto grado de escuela elemental y también en escuela intermedia”, dijo Vicinus. “[Estamos] tratando de ayudar a los padres a comprender las redes sociales e involucrarlos en este mundo, que dista mucho del mundo en que muchos de nosotros crecimos”.
Un estudio reciente publicado por el Dr. Amrit Kumar Jha, profesor adjunto de psicología en la Universidad Lalit Narayan Mithila en India, sugiere que las generaciones más jóvenes que han crecido en línea están expuestas a un riesgo considerable. La generación Alfa (personas nacidas del 2010 en adelante) ha marcado las tendencias de consumo y tecnología, influyendo en la toma de decisiones y las prioridades de sus padres millennials. Aunque estos niños presentan rasgos de dominio tecnológico, Jha descubrió que son susceptibles a problemas psicosociales y de desarrollo, tales como narcisismo, intolerancia a la ambigüedad, impulsividad y conductas arriesgadas que buscan llamar la atención.
Otero reconoce la difícil tarea que supone para los padres el navegar el mundo de las redes y destaca la importancia de establecer límites, fomentar un uso prudente de los recursos, considerar dispositivos apropiados para la edad del niño y sentar pautas claras para un espacio virtual sano.
“Los padres deben recordar que nosotros somos los adultos, especialmente al tratar con niños en edad de escuela elemental”, apuntó. “Hay que establecer los límites y las reglas del hogar sobre lo que los niños pueden o no hacer”.