Con apenas 23 años, Lineth González, residente de Hartford, habla sobre los retos de costear productos de higiene menstrual en el panorama económico actual. Según la joven, el constante aumento en los precios de estos productos esenciales resalta las dificultades económicas que imponen a las mujeres.
“Siento que cada vez que voy al negocio, los precios de los productos de higiene femenina son cada vez más altos. Es difícil costearlos. Esto también es tomando en cuenta que hay un impuesto fijo para todo”, dijo González.
González habló sobre su experiencia con el síndrome de ovario poliquístico (PCOS, por sus siglas en inglés) y expresó que existen retos adicionales para las personas con ciertas condiciones médicas, que requieren más productos menstruales. Resaltó la necesidad de que estos productos esenciales sean asequibles, especialmente para quienes tienen necesidades médicas.
“Puedo gastar casi un paquete completo de Maxi Pads en la semana que los uso", resaltó González. “Es un mal necesario, también depende de cuán abundante sea tu flujo menstrual. Mientras más abundante, más costoso".
Los defensores de la equidad menstrual afirman que [los esfuerzos] son esenciales para la salud, la igualdad de género y los derechos humanos. El enfoque de este esfuerzo es un acceso igualitario a los productos de higiene menstrual, a educación y a instalaciones sanitarias con el fin de erradicar la pobreza menstrual y permitir que todas las mujeres puedan manejar su menstruación con dignidad.
Jennifer Tolman, presidenta y directora de operaciones de la organización sin fines de lucro Dignity Grows, con sede en Hartford, indicó que Connecticut es uno de los estados más caros para vivir, lo que complica aún más el acceso a los productos de higiene menstrual, especialmente para las comunidades vulnerables.
“Durante la pandemia, vimos que estas cifras comenzaron a dispararse y que siguieron aumentando en los años posteriores”, expresó Tolman.
Una encuesta nacional dirigida por Dignity Grows reveló que la pobreza menstrual afecta a muchas mujeres, independientemente de su origen. Sin embargo, el estudio también demostró que el problema es más común en ciertos grupos raciales. Aproximadamente el 45.6 % de las encuestadas negras y el 36.6 % de las encuestadas hispanas expresaron que han experimentado pobreza menstrual. Mientras tanto, el 32.7 % de las encuestadas blancas afirmaron haber experimentado pobreza menstrual.
“Estamos viendo situaciones en las que las familias están tomando decisiones bien difíciles y tienen que escoger entre alimentos y gastos de salud o transportación, y sabemos que la higiene femenina pasa a ser la última prioridad”, dijo Tolman.
Según Tolman, ciertos factores financieros secundarios, como el acceso limitado a los comercios que venden estos productos y la transportación para llegar a ellos, exacerban el problema para las familias de escasos recursos.
Janet Stolfi, fundadora de Diaper Bank of Connecticut en North Haven, ha ampliado su misión al incluir suministros para la incontinencia y productos de higiene menstrual para personas de todas las edades.
Stolfi señaló que el acceso a productos de higiene menstrual no solo se trata de conveniencia, sino que es un asunto que afecta directamente la capacidad de las mujeres para participar de lleno en la sociedad.
“En Connecticut, una de cada cuatro adolescentes falta a la escuela porque no tiene un suministro adecuado [de productos menstruales]. Sabemos que tener un suministro adecuado ayuda a que las estudiantes se mantengan en la escuela, y el acceso a estos recursos les permite ir o retener un trabajo”, dijo Stolfi. “Estos artículos no son lujos. De hecho, son artículos de primera necesidad y son cosas que deberían estar disponibles cuando y donde las necesites”.
Ambas organizaciones buscan maximizar su trabajo a través de alianzas estratégicas y esfuerzos voluntarios, para conseguir que los productos de higiene menstrual sean más accesibles para quienes los necesiten.
Por su parte, Tolman considera que el tema de la menstruación sigue siendo un tabú para la sociedad a pesar de ser algo completamente natural.
“Es sorprendente ver cómo una crisis de salud que va en aumento siga tan opacada por tabúes y estigmas implícitos”, expresó Tolman. “La próxima generación de voluntarios, filántropos y agentes de cambio está normalizando este tema, y reconociendo que la pobreza menstrual no es un asunto de las mujeres; es una necesidad básica”.
González, quien aboga por la educación y el acceso a la salud menstrual por su experiencia con el PCOS, está de acuerdo.
“No debería ser un tabú. Esto es algo que se le debe enseñar a todo el mundo independientemente del género, ya que es parte de la humanidad. Es algo que nadie puede evitar”, expresó González. “Las escuelas deben estar más abiertas a educar sobre este tema y no limitarlo a una sola clase en los cuatro años de escuela secundaria".
Connecticut recientemente aprobó una ley que obliga a las escuelas públicas a proporcionar productos de higiene menstrual en sus baños para abordar la pobreza menstrual. Esta ley aplica a todos los niveles escolares y garantiza el acceso igualitario a productos menstruales. Su objetivo es permitirles a las estudiantes en menstruación participar en actividades escolares sin sentirse avergonzadas o estigmatizadas. La ley entrará en vigor el 1 de septiembre de 2024.
“Esperamos que la ley entre en vigor el próximo año escolar y que eso haga que los productos estén disponibles en los baños públicos de las escuelas. Pero claro, tener estos productos en la casa cambiaría todo”, expresó Tolman.