Glenn Rodríguez, oriundo de Nueva York, con raíces puertorriqueñas y dominicanas, comenzó su carrera como entrenador de perros en 2011. Hace tres años, se mudó a Connecticut y se unió a la Forever in My Heart Foundation, donde se certificó como entrenador de perros.
"Siempre he sido amante de los animales. Siempre me han gustado los perros”, compartió Rodríguez. “Crecí rodeado de perros. Para mí, era algo no solo lógico sino que también definitivamente muy gratificante —no solo entrenar perros, sino poder mejorar la calidad de vida de una persona".
Inspirado por este vínculo humano-canino, Rodríguez ha entrenado innumerables perros de servicio, lo que ha permitido a veteranos recuperar su independencia y reducir su dependencia de medicamentos.
"Tener un perro les permite, y les da el poder para, recuperar sus vidas al salir a la comunidad. Porque una vez asignamos un perro, se convierte en su compañero. Sin embargo, algunos de esos veteranos nos dicen 'sé que este perro luego puede ayudar a alguien más', así de mucho valoran a sus compatriotas”.
El método de entrenamiento de Rodríguez se basa en el refuerzo positivo y la paciencia. "Enseñamos una pieza a la vez y luego juntamos los comandos", explicó.
Además, Rodríguez ha desempeñado un papel crucial en el rescate y adiestramiento de perros provenientes de la guerra en Ucrania, brindándoles un nuevo propósito.
"Debido al conflicto en Ucrania, fueron al país vecino Polonia; la presidenta y fundadora de nuestra fundación aquí es de ascendencia polaca", dijo Rodríguez. "Y así se presentó la oportunidad para que viajáramos a Polonia. Trajimos a varios perros de allá".
A pesar de las diferencias de idioma, estos perros se adaptaron rápidamente a los nuevos comandos mediante adiestramiento e incentivos constantes.
"La comida es un lenguaje universal para los perros", agregó Rodríguez. "Están dispuestos a hacer todo lo que les estás diciendo en cualquier idioma, siempre y cuando comprendan la expectativa".
Mira Alicki, fundadora y presidenta de Forever in My Heart Foundation, comenzó rescatando y entrenando perros para veteranos. Hoy en día, la organización también entrena perros para niños que viven con autismo y perros de apoyo emocional para las personas del orden público.
"Siempre he tenido una debilidad por los perros, los adoro. Es parte de mí", dijo Alicki. Agregó que la organización había entrenado alrededor de 15 perros antes de la pandemia Covid-19, pero ha tomado algo de tiempo volver a tener esa capacidad.
A pesar de su éxito, la fundación enfrenta desafíos financieros. El entrenamiento de un perro de servicio cuesta aproximadamente $25,000, y la organización depende completamente de donaciones privadas y eventos de recaudación de fondos.
El apoyo de la comunidad es crucial para la labor que realizamos, recalcó Alicki. Han organizado esfuerzos creativos de recaudación de fondos, como "Pierogies for Paws", para mantener sus operaciones.
Para Rodríguez, esta travesía es tanto gratificante como desafiante. Él espera que las personas reconozcan el profundo impacto que los perros de servicio entrenados pueden tener en los veteranos y otras personas necesitadas.
"La vida se trata de segundas oportunidades", afirmó Rodríguez. "Ningún ser humano o animal es desechable. Todos merecen una segunda oportunidad".