Caesar Oneil y otros tres jugadores de pickleball hacen ejercicios de calentamiento en un gimnasio donde todo ruido hace eco.
No se trata de cualquier gimnasio. Están jugando en una cancha en Suffield, dentro de la Institución Correccional MacDougall-Walker, una prisión de máxima seguridad donde están encarcelados.
Su entrenador, Angelo Rossetti, llega unos minutos tarde y los jugadores están encantados de verlo.
“El hombre en persona”, dice Oneil.
Rossetti es entrenador de la liga de pickleball para comunidades encarceladas, Pickleball for Incarcerated Communities League (PICL). Esta organización nacional busca introducir este deporte tan popular a las prisiones de los Estados Unidos para ayudar a rehabilitar a las personas encarceladas.
En los últimos años, varias de las prisiones de Connecticut han lanzado programas de pickleball.
Las personas encarceladas no solo están aprendiendo a practicar este deporte, sino también lecciones de vida. Rossetti dice que entrena sin juzgar a nadie, algo que tiene un impacto en las personas encarceladas a las que entrena.
“Uno de los reclusos, un joven de 20 años, me dijo, ‘¿Es decir que no me ves como un criminal?’ Y yo le respondí, ‘No, yo te veo como una persona’”, Rossetti comentó.
Entrenando con empatía
Rossetti, quien comenzó a entrenar en 2023, dijo que los reclusos que estaban más acostumbrados a jugar baloncesto y otros deportes se mostraron un poco escépticos con el pickleball, que parece una forma más moderada del tenis.
Pero Rosetti expresó que resultaron buenos en el deporte.
“La mayoría de ellos eran muy atléticos; juegan mucho mejor de lo que pensé”, dijo Rossetti.
Oneil y otros encarcelados en MacDougall dicen que Rossetti los respeta. Es algo a lo que ellos dicen no estar acostumbrados, ya que mucha gente solo los juzga por sus transgresiones pasadas.
O como lo describe Oneil, “Sientes que te juzgan constantemente en todo momento”.
“Así que pienso que, si a nadie le importa, ¿por qué debería importarme a mí?”, comentó Oneil. “Entonces, ves a alguien mostrar un poco de empatía y ese pequeño gesto es de gran ayuda. Estoy agradecido por eso todos los días”.
Sarah Gersten es entrenadora de pickleball junto a Rossetti. Gersten, quien es directora y cofundadora de PICL, también es directora ejecutiva de Last Prisoner Project, una organización de defensa en favor de la reforma de la justicia penal que se centra en las condenas por drogas.
Gersten afirmó que entrenar a quienes están en prisión no es diferente de entrenar a quienes no lo están. Pero existen algunas diferencias. Por ejemplo, Gersten y Rossetti no pueden acercarse demasiado a los reclusos por motivos de seguridad.
Oneil está cumpliendo una condena de 120 años por asesinar a dos personas en la década de los noventa. No habla sobre lo que hizo, pero sí expresó que los deportes nunca estuvieron entre sus prioridades en los primeros años de su vida debido a las dificultades que atravesó.
“Realmente no piensas en los deportes”, dijo Oneil. “Estás pensando en comida, ropa y albergue, que son las necesidades básicas”.
Rosetti confesa que sí piensa en lo que pudo haber llevado a las personas que entrena a quedar encarcelados, pero tiene la conciencia tranquila.
“A veces tienes que ponerte en una posición incómoda para marcar una diferencia en la vida de alguien. Si eso es lo que hace falta, me parece bien”, Rossetti afirmó.
“Los motiva a ser mejores”
Gersten dice que los programas penitenciarios recreativos como el pickleball tienen sentido desde la perspectiva de seguridad pública.
“Uno de los mayores beneficios que veo en el programa PICL es reducir esa sensación de soledad y aislamiento”, explicó Gersten.
Según un testimonio ante la Asamblea General de Connecticut en 1994, la mayoría de los administradores de prisiones encuestados en 1981 resaltaron la necesidad de actividades recreativas para reducir el estrés y así disminuir las posibilidades de incidentes violentos en las prisiones.
MacDougall lanzó su iniciativa de pickleball en 2017 y ahora, al menos la mitad de las instalaciones correccionales del estado ofrecen pickleball, según indica Eulalia Garcia, directora de programas y tratamiento del Departamento de Corrección de Connecticut.
Garcia afirma que ha notado el impacto del programa de pickleball.
“Hemos visto que nuestros participantes involucrados en pickleball tienen más interacciones positivas con otras personas; hemos visto una actitud más saludable sobre su futuro”, dijo Garcia. “Es algo que valoran, que esperan con ilusión, que les brinda felicidad y los motiva a ser mejores”.
Aquellos que están encarcelados no pueden cambiar su pasado.
Pero Rossetti quiere que miren hacia el futuro y piensen en sus seres queridos fuera de los muros de la prisión.
“No importa si en ciertos días sientes que no mereces ganar”, dijo Rossetti. “Hay otras personas, y debes hacerlo por ellas. Debes hacerlo por un propósito más allá de ti mismo. Estoy seguro de que hay alguien allá afuera que quiere que regreses a casa, sea tu cónyuge, tus hijos o hijas, tus familiares o tus amigos. Así que, si no lo vas a hacer por ti mismo, hazlo por otra persona”.
Rossetti añadió, “Si todo lo que hacemos es... darles esperanza, ya hemos logrado nuestro cometido”.