Los estudiantes voluntarios de un programa de UConn Health han podido identificar barreras que impiden que algunas personas reciban diagnóstico y tratamiento.
Estos, tanto estudiantes de medicina como estudiantes de pregrado que interesan seguir una carrera en medicina, hacen una serie de preguntas de carácter socioeconómico a los pacientes que están en las salas de espera para investigar cuáles de sus necesidades no atendidas podrían impedir que tengan acceso a los servicios de salud.
Según los investigadores de UConn, estas necesidades incluyen el desempleo, la inestabilidad en la vivienda, la falta de transportación y la inseguridad alimentaria, las cuales en conjunto suponen un riesgo mayor de hospitalización de 101%. Los datos también muestran que las personas negras son 43% más propensas a tener necesidades no satisfechas, mientras que para los hispanos, el riesgo es de un 278%.
“Esto nos indica que si usted presenta uno de estos problemas, es más probable que sea más propenso a enfermarse”, dijo el Dr. Henry Siccardi, quien inauguró el programa cuando era estudiante.
“Capacitamos a 303 estudiantes durante un periodo de tres años”, indicó. “Examinamos a 8,994 personas, identificamos a 5,945 pacientes con factores sociales desatendidos y abordamos 2,115 necesidades sociales no satisfechas”.
El programa se extiende a varias salas de espera de atención ambulatoria de UConn Health en cinco pueblos distintos y está en proceso de expansión a nivel estatal.
Pellumb Medolli, quien es inmigrante albanés, habla poco inglés. En esta mañana soleada, está afuera, en la cubierta de su hija en Manchester, conversando sobre todo tipo de cosas en su lengua materna.
“Me siento bien”, expresó con una gran sonrisa y las manos en el pecho. “Todo está bien”.
Eso es mucho decir para un hombre de 71 años de edad a quien le extrajeron cáncer del pulmón el mes pasado. Luego de haber sido fumador por 55 años, este mecánico jubilado dice que tiene suerte de seguir con vida.
Pero no se trata solo de suerte. La cirugía de Medolli no hubiese ocurrido si no fuese por Sarah Bellizzi, estudiante de UConn que sirve de voluntaria en el programa de detección de cáncer del pulmón. Un médico de cabecera en UConn Health ya había solicitado un estudio pulmonar, pero Medolli nunca acudió a su cita.
Luego, recibió una llamada de Bellizzi, quien le preguntó por qué no había ido. Ella incluso tenía a un intérprete de albanés disponible, pero la hija de Medolli, quien habla inglés, fue la que contestó el teléfono.
“Ellos tenían algunas preocupaciones financieras en cuanto al seguro. Así que les ofrecí los números de los servicios financieros de UConn y logré coordinar la cita para la prueba de detección del cáncer de pulmón”, Bellizzi explicó. “Pude comunicarme con ellos de nuevo solo para confirmar que sus planes de asistir a la cita seguían en pie”.
Por fortuna, la prueba reveló que el cáncer de Medolli estaba apenas en estadio 1.
El Dr. Christopher Steele, profesor auxiliar de medicina en UConn, detalló que muchos pacientes no se hacen pruebas de detección por cuestiones de seguro médico u otras preocupaciones. “Esperamos poder ampliar este programa a otros centros clínicos a nivel nacional y entablar alianzas entre personas que tienen ideas afines para mejorar la prestación de servicios de salud”, explicó.
El objetivo es abordar necesidades no satisfechas mediante la colaboración con organizaciones comunitarias locales. “Una parte importante de esta iniciativa va a ser obtener los fondos para que los trabajadores comunitarios de salud intervengan directamente y colaboren con las organizaciones locales y los pacientes a fin de que reciban la atención que necesitan”, Steele abundó.
Los cinco factores más frecuentes que limitan el cuidado de la salud en los pacientes del programa incluyen dejar de fumar, el desempleo, la falta de vivienda o el riesgo de quedarse sin vivienda, la falta de transportación para ir y volver de las citas médicas y el contar con un nivel de estudios inferior a la escuela secundaria.