Según algunos defensores de derechos en Connecticut, el acoso sexual es cada vez más habitual para trabajadoras y trabajadores que sienten temor de denunciarlo debido a su estatus migratorio.
Nury Lacayo, originaria de Honduras, ha vivido en Connecticut por nueve años y recientemente trabajó como conserje para una compañía de limpieza en el condado de Fairfield.
Ella alega que su jefe la acosó sexualmente. Debido a su estatus migratorio, Lacayo comentó que sentía miedo de denunciar el acoso.
“Me hizo unos gestos extraños y así fue que me di cuenta de que me estaba hostigando. Yo solía subir a limpiar los gabinetes, y él se paraba ahí con otro hombre a mirarme desde abajo”, dijo Lacayo. “Cuando regresaba a casa, me ponía a llorar porque ese era mi único empleo”.
Lacayo recurrió a Trabajadoras del Hogar: Nosotras, una organización sin fines de lucro que asiste a personas que han sido acosadas y orienta a las empleadas domésticas en el área de Stamford.
La organización ayuda a más de 1,000 trabajadoras, muchas de quienes son inmigrantes indocumentadas provenientes de países como Guatemala, Ecuador y México. Carla Esquivel, directora ejecutiva y fundadora de Nosotras, comentó que más del 20% de sus integrantes que son empleadas domésticas han experimentado acoso sexual.
“Pasa con mucha frecuencia cuando las trabajadoras residen en los hogares donde trabajan”, afirmó Esquivel, quien es inmigrante y empleada doméstica con 25 años de experiencia. “Los empleadores también las despiden porque ellas no les permiten que las toquen. Sucede mucho en las compañías y fábricas también”.
El hostigamiento también se producirse fuera del lugar de trabajo. Lacayo alega que su jefe le enviaba mensajes de texto y la llamaba fuera de horas laborables para invitarla a salir. Ella contó que luego de que lo rechazara, dejó de recibir su paga completa.
Connecticut Public se comunicó con la compañía de limpieza sobre las alegaciones de Lacayo y no ha recibido respuesta.
Unidad Latina en Acción, grupo de defensa de los derechos de inmigrantes, se ha asociado con Nosotras en relación con las alegaciones de Lacayo, según anunció John Jairo, cofundador del grupo y director de organización comunitaria. Ambos grupos presentaron una demanda ante la Comisión de Derechos Humanos y Oportunidades por las alegaciones de hostigamiento sexual de Lacayo, y con el Departamento del Trabajo de Connecticut por denuncias de robo de salarios.
Un informe de la Comisión de Derechos Humanos de Connecticut arrojó que en 2022, se recibieron 443 querellas de la fuerza laboral por conducta sexual inapropiada. Otros 34 casos de violaciones por motivo de identidad de género se presentaron ese mismo año.
Esquivel añadió que las empleadas domésticas inmigrantes que pertenecen a la comunidad LGBTTQ+ también se enfrentan al hostigamiento sexual y robo de salarios.
“En ocasiones, los empleadores les dicen que deben agradecerles porque, por su aspecto, nadie más les daría trabajo”, Esquivel denunció. “Otras veces, las personas escriben en Facebook solicitando una asistente de limpieza, pero con insinuaciones de que también deben prestar servicios sexuales”.
Esquivel está colaborando con sus aliados en la comunidad, tales como Unidad Latina en Acción, para crear consciencia sobre el acoso sexual en el área de Stamford a fin de educar a los empleadores sobre la importancia de fomentar un lugar de trabajo seguro y respetuoso.
“Queremos concienciar a nuestros integrantes para que sepan cuáles son sus derechos laborales, y eso nos ha llevado a trabajar en otras áreas, como la educación, la inmigración y la salud”, reiteró.
Su organización también hace esfuerzos para garantizar que las empleadas domésticas tengan acceso a los recursos y el apoyo a fin de protegerse del acoso.
Conforme a la Encuesta Nacional sobre Violencia Sexual y de Pareja, una de cada cinco mujeres hispanas en EE. UU. ha sido víctima de violación. Además, el 50% de las personas transgénero son objeto de violencia sexual en su vida.
A través de Nosotras, Lacayo encontró un lugar seguro para compartir su historia y buscar apoyo. También le brindaron asesoría legal y recursos para ayudarla a hacer frente al trauma.
Lacayo, que eventualmente consiguió otro empleo, indicó que espera que la comunidad de personas indocumentadas en Connecticut sepa que hay maneras de conseguir ayuda.
“No se queden callados”, recomendó. “En Stamford, muchas personas no hablan de esto porque no tienen sus documentos”.